Los siguientes problemas pueden surgir con el tiempo:
① Reducir la lubricación: el aceite de transmisión actúa como lubricante, asegurando un funcionamiento suave y reduciendo la fricción entre las piezas móviles. Si no se reemplaza periódicamente, el líquido puede descomponerse y provocar una lubricación insuficiente. Esto da como resultado un mayor desgaste de los componentes de la transmisión.
② Sobrecalentamiento: con el tiempo, el líquido de la transmisión puede acumular residuos y perder su capacidad de enfriar la transmisión. Esto puede hacer que las temperaturas de funcionamiento aumenten, comprometiendo la salud de su transmisión. El calor excesivo puede causar daños a los sellos, juntas y otros componentes internos.
③ Patinaje de los engranajes: es posible que el aceite de transmisión viejo o contaminado no pueda proporcionar suficiente presión hidráulica, lo que provoca problemas de engrane de los engranajes. Esto puede manifestarse como marchas patinadas, cambios retrasados o bruscos y un rendimiento deficiente en general.
④ Acumulación de sedimentos: si el aceite no se cambia con regularidad, se acumularán contaminantes y lodos en la caja de cambios. Esta acumulación puede bloquear los conductos de líquido y afectar la capacidad de la transmisión para funcionar correctamente.
⑤ Aumento de la fricción: a medida que el fluido pierde viscosidad y propiedades de lubricación, aumenta la fricción entre los componentes. Esto puede provocar un desgaste acelerado de los engranajes, embragues y otras partes críticas de la transmisión.
⑥ Reparaciones costosas: descuidar el cambio del líquido de la transmisión puede provocar una falla prematura de la transmisión. Reparar o reemplazar su transmisión es una tarea costosa en comparación con el mantenimiento de fluidos de rutina.